La producción está focalizada en las uvas autóctonas, garnacha para los tintos y albillo real para el blanco, aunque completada con una pequeña plantación de tempranillo. Tras una vendimia selectiva, que se realiza en el momento óptimo de maduración y en las horas más frescas del día, incluso durante la noche, para evitar que el calentamiento de la uva eleve el contenido en azúcares, se realiza la crianza en recipientes de distintas maderas y volúmenes. Finalmente, los vinos redondearán su complejidad en botella, en la sala de jaulones.